Cardón cardinal

Patricia Esquivias

15,00

72 p.
19 x 12 cm.
Smyth sewn
1st ed: Oct 2021
300 copies
ISBN: 978-84-941444-7-9

 

En 1992, un cactus gigante, de 17 metros de altura y 18 toneladas de peso, fue transportado a 10.000 kilómetros de distancia, desde el desierto de Baja California a Sevilla, para que representase la flora nacional en el jardín del pabellón mexicano de la Exposición Universal. Casi tres décadas después, el cactus sobrevive hoy en el aparcamiento del edificio de oficinas en que se ha reconvertido el pabellón.

 

En las dos películas cuya voz en off se ha transcrito para este libro, Patricia Esquivias examina con perpleja curiosidad este episodio para concluir que, pese a su inverosimilitud, existe más de un precedente de ejemplares botánicos que cruzaron el Atlántico para correr una suerte similar y terminar en el olvido.

 

“Cardón cardinal no es solo una denuncia del viaje del cardón de América a España, sino también de algo mucho más grave: de la doble incapacidad, por parte de quién lo recibe, para la responsabilidad y la pasión.

—Manuel Asín

 

Edición en español.

 


 

In 1992 a giant cactus, measuring 17 meters in height and weighing 18 tonnes, was transported 10,000 kilometers, from the Baja California desert to Seville, to represent the national flora in the garden of the Mexican pavilion in the Expo’92. Almost three decades later, the cactus still survives in the parking lot of the office building the pavilion was converted into.

 

In the two films transcribed in this book, Patricia Esquivias explores this episode with a perplexed curiosity only to conclude that, in spite of its unlikelihood, there are precedents of botanical specimens that crossed the Atlantic only to run the same fate and end up forgotten.

 

Cardón cardinal is not only an objection to the cardón’s journey from Amerca to Spain but also to something far more serious: the double inability, on the part of those receiving it, for responsibility and passion.”
—Manuel Asín

 

Spanish Edition.

 


 

Fragmentos de Cardón cardinal:

 

Y en España antes no, no había, eh, ni pitas, ni chumberas, no, no había ningún, ningún cactus, porque los, los, las cactáceas vienen de América. Y, mm… vinieron pues hace 500 años. Eh, entraban por Sevilla, y en Sevilla había un montón de jardines de aclimatamiento. Entonces, o bien las plantas o las semillas que llegaban pues ahí se, se plantaban en estos jardines y de ahí ya se repartían a, a España o, o a Europa.

 

Y… y luego 500 años más tarde hubo otra gran-, eh, gran momento de llegada de un montón de, de plantas cuando, cuando se celebró la, la Expo Univers-, Universal en el 92. Y entre ellas llegó, mm… este cactus gigante de, de México, eh, para el pabellón de México. 

 

Es un, es un cardón. Antes, em… durante mucho tiempo se, se le decía cardón. Aquí vemos este libro de… del siglo XVI. Dice: “Los cardones o cirios que llaman los cristianos” eh… “son una manera de cardos muy espinosos”. Y luego, eh, ya se-, en el siglo XX, ya se le puso el nombre científico de Pachycereous Pringlei

 

Eh… Y bueno Pachycereous hace, hace referencia a esa piel que tienen como gruesa y encerada. Y también pues es como los paquidermos, que también tienen esa piel gruesa. Pero además, em… pues los, los paquidermos prehistóricos se supone que fueron los que hicieron que les salieran las, las espinas a los cactus, para protegerse. Porque ellos se los comían y pues entonces desarrollaron las espinas para, para protegerse de, de los paquidermos.

 

Y… al cardón de, de Sevilla normalmente se confundían y le decían saguaro, que es otro tipo de, de cactus gigante que crece más bien por Arizona. Y, mm… incluso el, el ingeniero, eh, Juan Siles Aguilera, que fue el encargado de, del jardín del pabellón, también él le decía saguaro. Y en el pueblo y todo le dicen saguaro. Pero es un cardón.

 

Y… Bueno fue Juan Siles Aguilera que andaba trabajando por la zona de Mexicali y al ver los, los cardones, le escribió a Pedro Ramírez Vázquez, que fue el arquitecto del pabellón, y le mandó unas fotos y le dijo: “¿Qué te parece este, este cactus para representar la, la flora del, del desierto?” Y claro, era un cactus gigante y… pues eh… a, a Pedro Ramírez Vázquez le, le pareció muy bien. Y fue así como se decidió, em, llevar el cardón.

 

[…]

 

Y bueno, muchos edificios como el de México por ejemplo se vendieron y se convirtieron en otra cosa. Y pues los nuevos dueños del edificio convirtieron el, el jardín donde estaba el cactus en un, en un parking ¿no? ahora está en un parking. 

 

Y… Pero sobrevivió. Porque, porque muchas, muchísimas de las plantas que se llevaron para la Expo pues se murieron, pero, pues el cardón era-, ya sabían que son muy resistentes y, y sigue-, 28 años más tarde ahí sigue y aguanta. 

 

Pero, pero pasó de ser un sim-, un símbolo mexicano, supuestamente, pues pasó a convertirse casi en, en un símbolo de España ¿no? Porque, porque cuenta un poco esta historia que se ha repetido muchas veces de, de las plantas que se traen y se abandonan. Y el cardón pues tiene esta memoria de, de todos estos viajes ¿no? 

 

[…]

 

Y… mm… Esto volvió a pasar. Bueno, más o menos, esto volvió a pasar en, en-, con Carlos III, porque, Carlos III, em, mandó a Mociño y Sessé, Sessé era español y Mociño mexicano, a, em, para hacer la Real Expedición Botánica en el siglo XVIII. Ya Carlos III y luego cuart-, Carlos IV. Eh… Ellos estuvieron diecisiete años. Y luego, em, Mociño, em, fue encargado del jardín botánico en Madrid, pero luego le acusaron de afrancesado, entonces, eh, tuvo que huir de España. Y dicen que, que al salir pues se, se llevó, en una carretilla, eh, dos mil dibujos, em, de la Expedición. Huyó a Francia, en Francia conoció a de Candolle, que era un botánico suizo, y le prestó sus, sus dibujos. Deca-, de Candolle quedó encantado porque le pareció un material increíble y estuvo estudiándolos y estudiándolos y estudiándolos y-. Pero luego pues, eh, Mociño tuvo permiso de regresar a España y, como los dibujos en verdad pertenecían al rey, pues tuvo que pedirle a de Candolle los, los dibujos. Y de Candolle quedó muy triste porque, eh, le daba un miedo horrible que, que los dibujos quedaran perdidos en, en un rincón oscuro de España, dijo él. 

 

Y, efectivamente, cuando Mociño regresó, se murió, y sus dibujos quedaron, em, bueno, los heredó su doctor. Su doctor los guardó en un, en un trastero y ahí quedaron durante muchísimos años hasta que eventualmente se vendieron a una colección fuera de, de España, en Estados Unidos. Entonces pues otra vez, em, fue un trabajo que quedó sin publicar, igual que el, que el de Henández. 

 

Y… Entonces son dos casos que, que son diferentes ¿no? al, al, al cardón de Sevilla, pero igual cuentan historias de, de plantas que acaban en el, en el abandono, y que, y que, pues que quedan olvidadas en el momento en que dejan de parecer, em, provechosas. 

 

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